la calle
A pesar de la falta de luz, había una ventana con luz y los árboles se balanceaban y mecían. El cielo estaba despejado, el aire era fresco y dulce y no había mosquitos alrededor.
Las calles estaban desiertas y las calles desiertas siempre lo estaban. Así que tenían que estarlo. Como aquella vez.
Caminé por la calle principal con los demás, pasando por casas y escaparates sin que nadie se detuviera a preguntar qué estábamos haciendo. Estábamos solos. Cada uno de nosotros llevaba una pequeña bolsa y caminaba con determinación. Nadie podía llevar más de una bolsa, así que tampoco teníamos que preocuparnos por eso. Teníamos que llevarlo todo. Lo único que no podíamos llevar era nuestra propia comida y agua.
La vida nunca había sido tan sencilla